Si en Google escribes “pan con tomate” y le das a buscar, en 46 segundos obtienes cerca de 51.400.000 resultados. Si si, leéis bien, no me equivoqué con el número ni le agregué ningún 0 de más.
Si eres español seguro entenderás el porqué pero si sois extranjeros en su cabeza ahora debe estar esta pregunta ¿Porque tanto por un pan con tomate? No es un pan mojado en salsa de tomate para pastas, no es una rebanada con un trozo de tomate fresco, no. Esta delicia tiene mucha historia, más de la que podéis imaginar. El «pa amb tomàquet» es sinónimo de la gastronomía catalana y estáis por descubrir su origen.
Su origen, según cuentan las historias, se remonta a los campesinos con hambre en verano. Ellos tenían dos problemas: hacer aguantar su estómago hasta la hora de cenar y que el pan se hacía solo una vez por semana o cada quince días. ¿Solución mágica? Pan con tomate. Su frescura ayudaba con el calor y ablandaba el pan viejo. Además, se convirtió en un bocadillo exquisito para degustar a media tarde. Como verán, nada tiene de refinado o difícil, pero no por eso deja de ser una parte muy importante de la cultura catalana.
El tomate es el ingrediente base de este platillo, el mismo tiene su origen en América. En el siglo XVI, en manos de los españoles que vivían en las colonias, este fruto llegó a España y a partir de esos días comenzó a formar parte de la dieta diaria de toda la población. Allí por 1884 comienzan las referencias del pan con tomate en Cataluña, en las casas de payeses. Pan, tomate y un chorro de aceite. Exquisito ¿No les parece?
Muchos discuten, afirman y refutan el origen catalán de esta delicia, pero qué mejor forma de defenderlo que con pruebas en la literatura?
Manuel Vázquez Montalban, en su novela El premio habla en la voz de uno de sus personajes sobre el pa amb tomaquet: “resulta que este prodigio alimentario se les ocurrió a los catalanes hace poco más de dos siglos, pero con tanta conciencia de hallazgo que lo han convertido en una seña de identidad equivalente a la lengua o a la leche materna» (…) mientras «los charnegos, los inmigrantes catalanizados, adoptamos el pan con tomate como una ambrosía que nos permite la integración».
Como todo platillo con historia, hoy en día está envuelto por normas y pecados a la hora de prepararlo para su degustación. Veamos algunos de ellos:
– El pan, el de payés es el originario y tradicional (por supuesto, tostado) pero lo podéis hacer con cualquier tipo de pan. Eso sí, escuchadme bien. Incluir pan de molde en esta receta es una barbaridad con todas las letras.
– Sal, la debéis esparcir sobre el pan tostado antes de poner el tomate. Así se esparcirá bien por toda la tapa.
– Tomate, por supuesto, el protagonista de esta historia. Lo mejor es utilizar tomate de ramallet o de penjar (de rama o de colgar) ya que así pierden mucha acidez y conservan un sabor mucho más intenso. Lo siguiente puede herir el corazón de muchos catalanes, os aviso. Está prohibido utilizar tomate de frasco o cortarlo en rodajas y nada más. Creedme, hay personas que lo hacen de esta manera.
– Aceite oliva extra virgen, no se discute.
– Bon profit!, buen provecho. No puede faltar esta frase.
Ya sabéis como hacerlo, ya sabéis que exigir a la hora de ordenar un auténtico pa amb tomaquet. No lo dudéis, si estáis de paso o vacacionando por Barcelona, tenéis que probar esta delicia, que forma parte de nuestra selección de las mejores tapas de la ciudad. tiempo que esas bebidas se importaban al país y aquí fueron testigo de días y días de conversaciones entre los viejos clientes de este emblemático bar. Si os concentráis, todavía podéis escuchar su historia mientras degustáis nuestra increíble cocina mediterránea.
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